¿Por qué hablar de los extraños — es una muy mala idea





Estoy de pie en la parada, a la espera de su combi. Cerca de mí, vale la pena la compañía de los cinco бабулек. Uno de ellos окликнула mí para preguntar la hora. Yo amablemente respondió, después de lo cual en mi espalda lluvia de acusaciones de brutalidad y бестактности. Y la abuela no se dirigen a mí, personalmente, sino, simplemente, a toda voz me discutido:

— Unos drogadictos alrededor! Oído, como él me respondió rudamente?! Como si yo tenía una dosis de отнимаю.

Soy hombre de 28 años de edad, mi estatura de casi dos metros de altura, y pesa yo por metros cuadrados — en el magro falta de un drogadicto, ciertamente, no es similar. Ha llegado el combi que me ha pasado, y la abuela detrás de mí. Todo el camino que emocionalmente hablado de mi persona...

Conmigo en la parada ha salido la misma abuela, que le preguntaba la hora. Nos dirigimos hacia el hospital militar. Todo el camino ella se separó tipo aturdido miraba, y yo tranquilamente marchaba detrás de ella. Entraron en el edificio, levantado en una sola planta. Miro abuela se acercó a mi oficina, y llama. Ella, naturalmente, nadie abrió. Yo me acerqué y le pregunto:

— Se registran al dentista?

— Y a ti ¿cuál es?

Yo se encogió de hombros y se fue vestir. De vuelta en el despacho, se puso las gafas y llamó a la abuela en la recepción. No saber de mí en la munición completa, ella tímidamente en saludar y se sentó en la silla. Aquí lo que me hizo darle una sorpresa!

Era necesario ver sus asustada de la cara, cuando me quité la máscara y en silencio, la miró! Tan rápido los pacientes de mí aún no escapaban...

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