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Cómo las corporaciones tecnológicas rompen todas las reglas y leyes imaginables
Las empresas tecnológicas han tomado desde hace mucho tiempo una posición líder en el mundo moderno: sus innovaciones determinan no sólo la economía, sino también las relaciones públicas. El impacto incomparable de los gigantes digitales se extiende mucho más allá de la industria tecnológica, a las comunicaciones, la educación e incluso la política. Sin embargo, como muestran numerosos estudios, el éxito y la influencia a menudo vienen con la tentación de eludir o distorsionar las reglas. Una tendencia alarmante emerge: cuando los representantes corporativos se disculpan públicamente, pueden arrepentirse genuinamente de los errores, pero esos pesares se derivan con demasiada frecuencia del miedo a la pérdida de ganancias en lugar de consideraciones morales o sociales.
Por un lado, se nos dice que las mayores empresas de TI trabajan en beneficio del progreso. Por otra parte, los escándalos corporativos de alto perfil con el lavado de datos de usuario, evasión fiscal y prácticas anticompetitivas ponen en duda la sinceridad de las “buenas intenciones”. Según Statista, la capitalización combinada de grandes empresas tecnológicas se mide en billones de dólares, y estas empresas tienen los recursos para no sólo promover sus propios productos, sino también influir en la legislación que rige sus actividades.
Parte principal
1. Prácticas de reunión de datos cuestionables
Uno de los temas más discutidos en las últimas décadas ha sido el uso agresivo de datos personales. Mientras que en los primeros días de Internet, los usuarios miraron las oportunidades digitales con emoción, hoy nos alarma saber sobre la colección y análisis constantes de nuestras actividades en línea, desde hábitos comerciales hasta geolocalización. Según investigadores de la Universidad de Harvard, las grandes empresas de TI suelen recurrir a lagunas legales que le permiten ampliar el acceso a información personal sin informar adecuadamente a los usuarios.
¿Cuáles son las consecuencias? Los datos obtenidos a menudo se utilizan no sólo para la publicidad dirigida, sino también para influir en el sentimiento público. Se sabe que algunas corporaciones han creado algoritmos que pueden analizar automáticamente los perfiles psicológicos de los usuarios, adaptándose a vulnerabilidades emocionales. Formalmente, este “ayuda a mejorar el servicio”, pero está destinado a maximizar las ventas y controlar el comportamiento del público. Y cuando estos esquemas se revelan repentinamente, los servicios de prensa corporativa se ven obligados a disculparse en las redes sociales, manteniendo el silencio sobre las verdaderas causas de riesgo: la indignación del cliente puede reducir significativamente los ingresos y la reputación.
2. Invisible Violations of Antimonopoly Law
Otro área donde las empresas tecnológicas tropiezan con límites legales y éticos es la competencia. La escala de los más grandes de ellos es tan enorme que prácticamente establecen la agenda mundial en la esfera del desarrollo, la publicidad y la introducción de nuevas tecnologías. El resultado es un desequilibrio claro: las empresas más pequeñas encuentran difícil competir y los consumidores tienen una elección limitada.
Los gigantes tecnológicos financian a menudo sus propios grupos de presión, que promueven efectivamente los intereses de la empresa en los organismos gubernamentales, influyendo en el paso de las facturas clave. Según la Harvard Business Review, la cantidad gastada en cabildeo supera el presupuesto de algunos ministerios de países en desarrollo. La confianza del usuario se socava cuando las empresas venden la idea de “libertad de innovación” cuando crean una especie de monopolio tecnológico, ejerciendo presión sobre los competidores.
Cuando tales acciones se convierten en objeto de litigios, las empresas tienden a “hacer concesiones”: la mayoría de las veces esto se expresa en el pago de grandes multas, que, irónicamente, tienen poco efecto en la rentabilidad a largo plazo de un negocio supergrande. Formalmente, "admiten" errores, pero lamentan la pérdida de ingresos y reputación.
3. "Caridad" bajo el signo PR
Las grandes empresas, incluida la tecnología, participan activamente en proyectos filantrópicos. Donan dinero a la educación, apoyan los programas sociales y luchan contra el cambio climático. Sin embargo, cada vez más a menudo, esa caridad se está convirtiendo en un elemento de estrategia de marketing. El objetivo es ganar la “raza de la virtud”: más fuerte y más notable la acción, más atractivo se ve la marca.
¿Las empresas de negocios realmente ayudan a resolver problemas sociales o utilizan estas iniciativas para distraer la atención de sus propias violaciones? Las contradicciones se hacen evidentes cuando los filántropos fomentan la creación de start-ups ambientales mientras invierten en proyectos perjudiciales para el medio ambiente. O cuando afirman ser "educación transformadora", pero recopilan indiscriminadamente datos de estudiantes y profesores. En este caso, la cuestión clave es el motivo. Si las disculpas y la filantropía surgen sólo como una manera de mantener una imagen positiva, entonces el bien público palidece ante el objetivo principal: retener y multiplicar las ganancias.
4. La fina línea entre innovación e impunidad
Analizando el fenómeno de las violaciones corporativas, vale la pena recordar su estrecha relación con el progreso. La tecnología es donde la innovación sucede lo más rápido. Los nuevos productos y servicios facilitan la vida, aumentan la alfabetización general de la información e incluso contribuyen al desarrollo de la medicina o la educación. Pero cualquier mecanismo de una economía de mercado no es perfecto. Cuanto más importante sea la contribución de una empresa a industrias vitales, más difícil es que las estructuras estatales o públicas impongan normas estrictas.
El resultado es una paradoja: las corporaciones cuyas soluciones y productos que utilizamos activamente están de hecho en la posición única de ser “demasiado grandes para castigar” – porque las medidas restrictivas pueden retrasar la innovación o conducir a una masiva perturbación social si las personas dependen de estos servicios.
5. ¿El remordimiento genuino u otro paso en la campaña PR?
Casos de disculpa pública por parte de los directivos superiores se están convirtiendo cada vez más en noticias llamativas para los medios de comunicación: las empresas admiten “errores”, prometen “fix”, crean “comités éticos” y generosamente dan promesas para cambiar la política corporativa. En realidad, sin embargo, el cambio es a menudo cosmético hasta que la escala de abuso o pérdida financiera potencial alcanza un nivel crítico.
Un signo importante de un verdadero pesar es la voluntad de implementar el cambio sistémico, incluso si perjudica las ganancias a corto plazo. Si el único propósito de una disculpa es restaurar la confianza con el fin de mantener las ventas e impedir la fuga de los anunciantes, ese “autocrítica” no tiene valor real.
Conclusión
Las empresas tecnológicas se han convertido en una parte integral de nuestra vida cotidiana que intenta regularlas se enfrentan a enormes dificultades: económicas, políticas y sociales. Formalmente, están obligados a adherirse a las leyes, pero la práctica real muestra que a veces estos gigantes utilizan su poder para evitar las reglas e influir en la legislación a su favor. Cuando se trata de rendir cuentas, la mayoría de las veces vemos una disculpa pública, donde la corporación "recuerda" sólo pérdidas de reputación y caída de ingresos.
Tal situación controvertida no significa que se detenga el progreso tecnológico. Más bien, la sociedad necesita regulaciones más transparentes y más estrictas para frenar los apetitos de los mayores jugadores de negocios. Como usuarios de servicios digitales, los propios ciudadanos pueden desarrollar una visión crítica de la publicidad de “innovaciones innovadoras” y realizar el costo de los servicios “libres”.
En última instancia, no es sólo el proceso de elaboración de productos de última generación que importa, sino también la forma en que son probados moralmente y legalmente. Si las empresas tecnológicas son serias en la construcción de la confianza pública, tendrán que repensar su cultura, desde el cabildeo y la recopilación de datos hasta cómo interactúan con los competidores. Cuando el arrepentimiento cambia la estructura misma de la estrategia corporativa, entonces las disculpas dejan de ser formalidades de beneficio y se convierten en un sincero deseo de corregir errores pasados y cooperar con la sociedad en beneficio del futuro común.
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