Cinquenta y cinco millones doscientos veinticuatro mil quinientos ochenta
A veces me parece que mi cerebro está en contra de mí. Otra que me estas conversaciones en mi cabeza antes de ir a dormir no puedo explicar.
Yo:
— Todos, es hora de dormir.
El cerebro:
— Oye, chico, y tú sabes que si vas a tratar de reconocer el timbre de su voz interna, entonces no hay coincidencias con su voz o por la voz de quién tú no encontrarás?
— No, no lo sé! Se atrasa!
— Y tú no tienes miedo de ahogarse en el sueño?
— Y con lo que tengo que quedar?
— Bueno, y de repente me залагаю, como tu equipo en el trabajo hoy? Oh, te levantarse mismo a las seis de la mañana, y bien, ¿cuántas allí en el reloj?
— Doce de la noche. Yo no просплю, servicio de despertador mismo armado.
— Y exactamente armado?
— Maldita... — levanto, miro el despertador. — Sí, es llevado.
— Oh, que yo aquí acordado. Malysheva won hoy sobre el infarto en el sueño contaba, no tienes miedo?
— Tsyts, dame ya a dormir!
— Tio, tio, mira que te mostraré. Tú prueba con los ojos cerrados enfocar la visión en un punto. En-de-de-de, se obtiene...
— Sí, genial, ahora directamente отрублюсь.
Empezando a dormir, como a mí aquí, en el suplemento de:
— Oh, vamos que como si te la corriente golpeas? Las osc, como te дернуло! Es tan divertido!
— Maldita sea, ¿cuánto se puede ya?! — grito en mi hora a tres noches.