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Como me fan en el 8 de marzo "alegrado"
Cada seguramente había recibir ningún tipo de absurdas regalos para las fiestas. Y por lo general se sacan el polvo de algún lugar lejano de un estante del armario o esperan la hora para ir a la basura. El sitio cuenta una divertida historia sobre una niña a la que sus воздыхатель ha regalado muy inusual regalo.
Cuando tenía 17 años, yo estaba en el undécimo año, y tenía un fan, se llamaba miguel. Él la cola iba conmigo a la escuela, llevaba mi cartera, la abrió, en general, se portaba muy cortésmente, pero era demasiado intrusivo.
El 8 de marzo se decidió a hacer de mí un regalo y, смущаясь y ruborizada, le entregó un opaco целлофановый bolsita. Lo he mantenido dio las gracias y se decidió abrir el paquete en su casa. Y allí... En el paquete de yacía en el conjunto de ropa interior, de color rojo brillante y simplemente la terrible calidad de Probar... yo no se aventuró, en seguida se vio que los calzoncillos con sostenes mucho más de mis modestos de la adolescencia tamaños.
Al día siguiente, mike se acercó y me preguntó si bien me lo regalo. Le dije:
— Gracias, por supuesto, por el regalo, para llevar sólo yo no puedo, por desgracia.
— ¿Cómo? ¿Por qué? No te gusta?
— Mish, comprendes... Es la ropa no me de tamaño.
— Es extraño... A mi madre tan bien se miraba...
via factroom.ru
Cuando tenía 17 años, yo estaba en el undécimo año, y tenía un fan, se llamaba miguel. Él la cola iba conmigo a la escuela, llevaba mi cartera, la abrió, en general, se portaba muy cortésmente, pero era demasiado intrusivo.
El 8 de marzo se decidió a hacer de mí un regalo y, смущаясь y ruborizada, le entregó un opaco целлофановый bolsita. Lo he mantenido dio las gracias y se decidió abrir el paquete en su casa. Y allí... En el paquete de yacía en el conjunto de ropa interior, de color rojo brillante y simplemente la terrible calidad de Probar... yo no se aventuró, en seguida se vio que los calzoncillos con sostenes mucho más de mis modestos de la adolescencia tamaños.
Al día siguiente, mike se acercó y me preguntó si bien me lo regalo. Le dije:
— Gracias, por supuesto, por el regalo, para llevar sólo yo no puedo, por desgracia.
— ¿Cómo? ¿Por qué? No te gusta?
— Mish, comprendes... Es la ropa no me de tamaño.
— Es extraño... A mi madre tan bien se miraba...
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