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Pasear a los pobres ...
< Felix Komarov
Pasear a los pobres con cuencos de limosna, sonriendo monedas de llamada, por ejemplo, el que busca - se encuentra, pero el resto todavía está allí. Esta copa, llena de agujeros como un colador y un tiro, sólo una pequeña de metal ... nuestro reino de Dios a la derecha, que se atrevió - y que buscaba. En los folletos, no edificar la fe, pero con afecto te miro a los ojos ... ah, otsypte medida que lástima, estoy bien, voy a ser imposible, skromnyaga, te y listo a su auto para ofrecer respeto ... y por la noche te muerden y quiero que la casa en la garganta quemar. Me odio a llorar por limosnas, pídala, y en el sótano, rascándose caras, porque vivir de otra manera. Oro para que este likam se desvaneció, te pido, amor incondicional ... y rayas como fantasmas Rorschach estamos creando naves sueño. En ellas Estoy flotando orgulloso capitán, abrió la región desconocida ...
Me levanto en la niebla pestilente bajo los ladridos de un perro estridente. Y yo voy, apretando los hombros de la frialdad, ordenar sus soborno amargo ... y pido, así publicar mi Dios. Y luego me iré para siempre.
Pasear a los pobres con cuencos de limosna, sonriendo monedas de llamada, por ejemplo, el que busca - se encuentra, pero el resto todavía está allí. Esta copa, llena de agujeros como un colador y un tiro, sólo una pequeña de metal ... nuestro reino de Dios a la derecha, que se atrevió - y que buscaba. En los folletos, no edificar la fe, pero con afecto te miro a los ojos ... ah, otsypte medida que lástima, estoy bien, voy a ser imposible, skromnyaga, te y listo a su auto para ofrecer respeto ... y por la noche te muerden y quiero que la casa en la garganta quemar. Me odio a llorar por limosnas, pídala, y en el sótano, rascándose caras, porque vivir de otra manera. Oro para que este likam se desvaneció, te pido, amor incondicional ... y rayas como fantasmas Rorschach estamos creando naves sueño. En ellas Estoy flotando orgulloso capitán, abrió la región desconocida ...
Me levanto en la niebla pestilente bajo los ladridos de un perro estridente. Y yo voy, apretando los hombros de la frialdad, ordenar sus soborno amargo ... y pido, así publicar mi Dios. Y luego me iré para siempre.