Mi marido le encanta bromear, y ninguna enfermedad no es un obstáculo...

Ocho millones noventa y cinco mil doscientos once



El otro día el marido de la fuerte resfriado. La temperatura se eleva, se inició una fuerte tos, congestión en la nariz de modo que respirar no podía. Recordé todas las recetas de la abuela, pero nada ayudó. Tuvo que llamar al médico que recetó gotas en la nariz.

Mientras corría en la farmacia, el marido se quedó dormido. Mirado con la hija en la habitación, y él en la espalda descansa y ronca fuertemente, se lamenta. La hija susurra:

— Закапывай. Apenas duerme.

Y aquí el marido sueño de voz apenas audible, responde:

— Tarde, a mis familiares. El cuerpo aún caliente.

via factroom.ru

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