Acerca de lo difícil que es perdonar





Esta historia sucedió en un hospicio, donde yo trabajaba. El anciano trajeron a nosotros al final de la jornada de trabajo. De la historia clínica se pudo establecer, que vive solo, el tratamiento no ha recibido o reciba hace mucho tiempo. Опустившийся, con el olor de la posición firme del humo, indiferente a todo lo que le rodea. Levantando la tarjeta en el archivo, se enteraron de que el enfermo se hace casi cinco años, ha sido la operación, en el hospital no había aparecido desde el momento de la operación. Ya no обследовался, no se observa, no llegaba a las llamadas en el registro de no respondió.

A la mañana siguiente, en el hospicio llegó, el hombre preguntó, hizo si nos paciente N. Las hermanas enviaron a mí en ординаторскую.

— Ayer trajeron N. En qué está la cámara?

En el sexto. Y Usted es un familiar?

El hombre suspiró, y, mirando en el suelo, dijo:

— Hijo.

— Usted pasar a él?

— No. Dime de lo que tenía que traer?

— Puede, comida, algo que a él le gusta. — Y lo que él quiere?

— No lo sé. Pensaba que tú dices.

— Él no vivía con nosotros. Hace treinta años, se divorció de su madre.

— Puedo pasar a la cámara con Usted.

— No. No puedo.

— ¿Por qué?

— Odio. Yo por la madre de vino. Ella pidió.

— Que Te ofenda?

— No recuerdo. De las sierras. Recuerdo, como la madre lloraba.

Él venía cada día, por horas, de cinco a siete, y se sentó en el vestíbulo del hospicio, сцепив de la mano y con la mirada en un punto. A veces, la carta de sentarse, se acercaba a la ventana y miraba largo rato a la calle.

Era sobre el estado de la N., traía frutas y los pañales y se iba, para volver al día siguiente y hacer lo mismo. Esto duró casi un mes. En el día a día. De cinco a siete.

Cuando N. murió, nos llamaron de la sentenciada teléfono. Era las tres de la tarde. Después de media hora estaba en el hospicio. Le preguntó qué hacer y a dónde ir para enterrar. Hemos preparado el papel necesario, me pidió que esperara un poco, hasta que esté listo эпикриз.

Se acercó a la puerta cerrada de la sala, donde estaba N., me miró con curiosidad, y cuando asentí con la cabeza, un poco ha estado de pie en silencio y todo el mismo entró.

Autor: Isabel Glinka

publicado

Fuente: foma.ru/elizaveta-glinka-doktor-liza-syin.html

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